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* Uno siempre aprende. Hasta cuando no se da cuenta que está aprendiendo. De cada instancia que nos toca vivir podemos extraer, en mayor o menor escala, una lección. Así que vamos almacenando experiencia y sabiduría para aplicar cuando llegue el momento. Pero no es tan sencillo: del aprender al aplicar hay que pasar por dos etapas, que no pueden obviarse: aprehender e incorporar. Sin esas etapas uno termina convirtiéndose en un recitador o repetidor de ideas, teorías y experiencias ajenas sin haberlas asimilado, desde su propia perspectiva, su realidad y su historia. Aprehender implica tomar la lección en forma individual, hacerla suya, para (el tercer paso) incorporarla a su quehacer, su entender y su actitud humana. De esta manera, aplicar lo aprendido es consecuencia natural. ¿Tiene que ver esto con el marketing personal? En mi opinión, es la base de todo, porque antes que nada y antes que todo, somos seres humanos. O casi.

jueves, 16 de septiembre de 2010

El Marketing personal y la filosofía de vida


¿Qué es la filosofía? ¿Puede hacer filosofía alguien que no tenga idea de quiénes fueron Aristóteles, Platón, Sócrates, W.James, Kant, Hume, Descartes y otros tantos citados, analizados, estudiados en cursos, carreras, seminarios y foros?. En mi modesta pero firme opinión cualquier persona que sea capaz de cuestionarse, de buscar el saber y la verdad está haciendo filosofía. Los eruditos y los moralitos generalmente no me inspiran confianza. Prefiero la gente sencilla de acciones y pensamientos claros. Sólo la actitud hacia los otros hace grandes a las personas. El que se encumbra en una “montaña del saber” porque es capaz de recitar pensamientos surgidos de otras mentes, no tiene ni remota idea de cuánto le falta. Pobre de quien en vez de buscar piensa que ya ha encontrado. Pobre quien crea que no tiene nada que aprender de alguien que ni siquiera sabe leer, porque el lugar del mundo en que le tocó existir está demasiado lejos de los libros. Creo que la gran mayoría de los seres humanos tienen alguna cualidad por la que merecen ser admirados. La clave está en descubrirla, potenciarla, utilizarla para bien. La brevedad, la fragilidad del tiempo que tenemos en la tierra hace difícil dejar una huella tan profunda que nos haga inmortales en las mentes de quienes nos sigan. Cada vida que podamos tocar, cada persona en la que podamos sembrar un cambio tendrá peso para que el olvido nos alcance más tarde. El olvido… ese monstruo implacable al que, salvo unos pocos, estamos condenados indefectiblemente. No es la tecnología ni las habilidades, ni las genialidades lo que hace el diferencial en las personas, sino la forma en que se ponen éstas al servicio de la humanidad. Ésta es mi filosofía. En la que creo, la que practico, la que defiendo. Una filosofía de vida y actitud, sin paréntesis ni asteriscos. Un aprendizaje, una búsqueda sin fin. Un camino sin fin. Y sigo caminando

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